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Relatos

El intermediario

Hay dos clases de miserables que te tocan el timbre antes de las nueve: los vendedores y los cobradores. Solo se diferencian en que los cobradores no sonríen cuando les abrís. El que me tocó el timbre ayer era un vendedor. Tenía esa sonrisa amable que pide a gritos una trompada. Yo, en pijama, no tuve reflejos ni para cerrarle la puerta en la nariz. Entonces sacó una planilla, me miró, y dijo algo que no estaba en mis planes.