Sobre la cama, dos prendas extensamente planchadas.
Salida y lustre

Sobre la cama, dos prendas extensamente planchadas.
No soy de mirar tanto el techo de mi cuarto. No me gusta mucho estar boca arriba. Creo que el rincón que más conozco es el que aparece cuando giro hacia la izquierda. Me pregunto qué hora será -como si eso cambiara en algo mi realidad desvelada-. ¿Cuándo dejamos de usar relojes en la mesa de luz? El problema es que, para saber cuán tarde es -¿tarde para qué, no?-, tengo que agarrar el celular. Y, con ello, abro una Caja de Pandora que preferiría enterrar hasta que salga el sol.
Me doy vuelta para el otro lado…
Hace algunos años el inventor y electricista Henry Jesús Navarrete Pruost desarrolló un proyecto revolucionario que no llegó a producirse en serie solo por esos caprichos del destino.
“Hasta la hacienda baguala cae al jagüel con la seca” Viejo Vizcacha (La vuelta de Martín Fierro)
¿Me hicieron creer quién era?
Cuando llegue la turbulencia yo estaré en las calles, allí te esperaré para caminar a tu lado, tomar tu mano, gritaremos juntos y nos reiremos de los miedos impuestos.
Me levanto, intento dar unos pasos por la habitación y no puedo, algo hace que no pueda. El silencio absoluto de la madrugada me incomoda, pero me quedo. A una determinada edad una sabe que esto puede pasar, pero cuando pasa…
Hay una cierta rigurosidad que caracteriza a quienes trabajan en la ciencia o en disciplinas técnicas. La matemática, la aviación, la ingeniería, por ejemplo, no permiten los viajes de la imaginación y deben abocarse inevitablemente a sus postulados históricos para funcionar y que, por supuesto, el mundo funcione.
Hoy soñé que caminaba en un país que no era el mío y, sin quererlo, en esa ciudad del desierto, me aproximé a un tumulto en una esquina de edificios y baldíos.