Santiago se conecta desde su casa. Si no hubiesen tantos kilómetros que nos separan, seguro compartíamos una birrita y por qué no, un par de temitas.
¿Quién es Santiago Motorizado?
Uy, qué difícil, a ver… Soy músico, trabajador de la música, me gusta cantar. Lo que más me gusta en la vida es cantar, así que trato de transformar mi realidad para que todo termine en el canto.
¿Cómo fue tu proceso musical y de trabajo hasta estar en el lugar que hoy ocupás en la música?
Fueron muchos años. Yo creo que todo arranca con el amor a la música, ¿no? Siempre eso marca el comienzo de casi todas las cosas. El amor y las ganas de hacer las cosas con un deseo profundo de sumergir tu vida y tus cosas en eso. Creo que eso es para todos los rubros igual. Y después, todo va sucediendo, un poco por casualidad y otro poco porque mi secundario en La Plata tenía orientación en Bellas Artes y yo hice Artes Visuales. Me gustaba dibujar. Entonces, en ese contexto, un poco de rebote terminé cantando en una banda que habían formado unos compañeros de la escuela, porque justo el cantante faltaba y bueno, tenían que filmar una cosa y ahí me llamaron a mi. Son casualidades pero uno está ahí al lado de donde están sucediendo las cosas.
Las hermosas casualidades de la vida.
Sí, también me gusta pensar que más allá de esa casualidad, en algún momento también iba a terminar cantando y dedicándome a la música. Es el amor por lo que te gusta y las ganas de hacer las que te llevan.
¿Qué pasó cuando te diste cuenta que te estabas dedicando a la música más profesionalmente?
La verdad, nunca fue un objetivo. El objetivo siempre fue poner energía y pasión en el arte. Ya sea en dibujar o hacer música, que más allá de si eso se transforma en tu trabajo, es algo que te nutre el espíritu, las emociones, la vida. Eso es lo más importante. Cuando arrancamos con El Mató a un Policia Motorizado, yo estaba cursando Artes Visuales en la facu, pero no estaba muy motivado y decidí que el proyecto musical que armamos pase a otra velocidad, que lo encaremos con mucho compromiso, dedicándole el tiempo que merece, yendo más allá de una rutina básica que tenían las banda que comenzaban, sin juzgar que esté bien o esté mal eso. Queríamos explorar nuevos espacios, nuevas aventuras, experimentar con algo que nos gustaba mucho.
Y les salió genial.
Por suerte lo que hacíamos generó una conexión con la gente, que esa es la clave después de todo, ¿no? Si lo que hacés no conecta con nadie eso ya es más complicado. Pero se fue dando así, con trabajo y queriendo que las cosas sean mejores, que todo sea más productivo, que podamos hacer una fecha y que venga gente, vender entradas, vender discos.
Con respecto a tu formación en la Escuela de Bellas Artes de La Plata, ¿cómo sentís que se entrelazan las diferentes disciplinas del arte en tu obra?
Mi paso por Bellas Artes fue hace muchos años, pero siento que había una parte muy conservadora en la educación, que no fomentaba algunas cosas importantes de la formación que no tenían que ver estrictamente con lo académico, sino con ser un disparador en los estudiantes para que sucedan otras cosas. Esas cosas las fomentamos los alumnos con nuestras propias inquietudes. Obviamente, la escuela era un punto de unión de un montón de gente, pero pasaba algo muy curioso y era que, por ejemplo, los alumnos de música no formaban bandas de música, entonces la mayoría de las banditas que había dando vueltas eran la de los chicos de plástica con ganas de hacer música. Eso significaba algo.
¿Qué te parece que puede significar?
Creo que tiene que ver más con descubrir qué es lo que gusta y desarrollarlo a fondo, más allá de algunas estructuras. Cualquier cosa que uno aranda siempre es útil, siempre y cuando no te liquide la energía que para mí es lo más importante. La energía de la propia motivación, la propia inspiración. Esas son las energías que te llevan a desarrollarte en lo que disfrutás. Entonces, obviamente tengo cariño a toda esa época estudiantil en Bellas Artes, porque fue donde comenzó todo, con sus contradicciones y todo, fue el contexto que nos llevó a estos lugares que ahora recorremos.
¿Cómo es tu relación con la Patagonia?
Cuando arrancamos con El Mató, me hice muy amigo de un grupo de chicos que estudiaban en La Plata, que eran de Comodoro Rivadavia, entre ellos estaban los chicos que después formarían La Patrulla Espacial y Shaman Herrera. Nos volaba la cabeza lo que hacían y nuestros primeros discos los grabamos con Shaman. Toda nuestra conexión venía por ese lado, porque sentíamos que, más allá de venir de lugares muy distintos y lejanos, había un punto de encuentro muy mágico y nos juntaba el hecho de coincidir en La Plata.
La música genera eso.
La música genera empatía y te va juntando con gente hermosa. Eso también nos llevó a hacer nuestros primeros viajes. La primera vez que fuimos al sur fue, justamente, a Comodoro Rivadavia. Me acuerdo que íbamos y veníamos solamente a ahí, después sumamos Caleta Olivia en un viaje y años después, ya en el 2010 más o menos, hicimos nuestras primeras giras. La verdad es que nos encanta la Patagonia. Tenemos muchos amigos allá. Argentina es un lugar tan grande que es imposible poder abarcar todo, pero todos esos lugares patagónicos por los que anduvimos, los guardo en mi corazón.
¿Cuáles son las problemáticas que te movilizan y en cuáles considerás que sos más activista?
La verdad es que soy sensible a todas las temáticas, pero la verdad que sería mucho considerarme activista. A veces, siento que podría hacer mucho más, pero bueno, es algo que nos sucede a todos. Siempre se puede hacer más. Yo creo que mi responsabilidad más directa tiene que ver con lo cultural. Es un pensamiento discutible, pero siempre trato de estar atento a eso y sobre todo, como músico independiente, necesito estar familiarizado con las problemáticas de las bandas independientes. Trato de estar atento a eso. Más allá de la problemática actual que es muy compleja porque estamos en medio de una pandemia y hay mil factores para analizar, creo que es importante reconocer que es un sector desfavorecido históricamente y hay que actuar urgente. Y La Plata puntualmente, una ciudad que por un lado en los medios -quizá ahora no tanto- siempre destacaba el Indie platense o el rock platense histórico de Los Redondos, de Virus, por otro lado, hacía ver a la cultura, a la política cultural de la ciudad y de la provincia como muy pobre. Digamos que no era consecuente a esa fama de ciudad cultural.
¿Cuál es el lugar donde más te gusta estar?
Arriba del escenario. Es un momento de felicidad plena y obviamente, ahora me esta faltando un poco. Ahora, empecé a tocar en formato solista algunas fechas. Toco acompañado, pero toco mi repertorio solista.
¿Y con El Mató no se presentaron todavía en este contexto?
No, me cuesta imaginar en este contexto un show de El Mató a un policía motorizado. El Mató tiene una cosa que tiene que ver con el contacto, con la gente bailando, con la gente más libre en ese sentido. Para mi repertorio solista sí, porque son canciones mucho más tranquilas, casi acústico. Ahí va bien, tipo teatro: se forman sillas y no va mal con eso. Pero El Mató es otra experiencia y cortar eso no me gusta. Trato de ser optimista y pensar que pronto vamos a poder volver. Nunca se sabe igual, ¿viste? porque siempre hay una variante que es peor que la otra. Igual quiero aclarar, porque me parece importante, que nosotros tenemos margen para poder decidir eso. Económicamente hablando, hay bandas que no tienen tanto margen o no tienen margen directamente. Aclaro, porque hay grupos y trabajadores de la música que no pueden optar por no tocar o hacer shows durante un tiempo y que tienen que comer también. Acá es donde me preguntó qué va a pasar y quién define lo que es esencial y lo que no, en un contexto tan delicado para todos y para la cultura principalmente.
¿Cómo te tocan las otras ramas del arte?
Me apasiona el cine. Me apasiona todo lo que tenga que ver con lo audiovisual, las series, todo ese mundo. Tengo mi propio ciclo de cine que hago en La Plata en el cine Select, que es un espacio INCAA muy lindo y que me motiva muchísimo. Pasa algo raro, que es que no me importa tanto si no viene gente a ver las pelis. Yo con tal de estar ahí en la sala mirando una peli, soy feliz.
Por suerte ahora en esta reactivación del cine, está viniendo un montón de gente.
Se extrañaron mucho las salas, ¿no?
Sí, viste que a veces pasa que cuando te falta algo después lo valorás… el cine, un espectáculo, todo desde otro lado. El teatro, de todas las disciplinas, es con la que más distancia tenía. Pero después, cuando te vas sumergiendo en ese mundo te vas dando cuenta que es muy parecido a tocar en vivo. Es un arte escénico, tiene que ver con eso, con los cuerpos arriba del escenario. Así, lo empecé a ver como más hermano en ese sentido. Pero bueno, la verdad es que me copa todo. Todo el tiempo estoy pensando, y un poco creo que mis canciones y mi arte y las cosas que hago para El Mató, mezclan un poco todo eso. Todas las cosas que me fascinan las voy mezclando.
Dentro del ámbito laboral, ¿cuáles son los NO de Santiago?
No sé, creo que pocas cosas. No estoy muy cómodo con la tele, por ejemplo. Mi mánager se enoja porque obviamente, más allá de que la tele ahora está medio en picada, siempre es un lugar de difusión muy grande y lo entiendo. En donde la pase muy mal fue en la alfombra roja, cuando nos nominaron a los Grammys (risas). Fue una locura, te juro. Yo nunca vi algo así. La alfombra roja, todos los cliché de estrella, de nominados y todo eso. Para mí era muy raro e incómodo. Pero bueno, tampoco es tan grave, al final me divirtió un poco.
¿Qué le dirías al Santiago adolescente, que estaba arrancando?
Que cuando uno se sumerge realmente con el corazón, con el espíritu y el cerebro a un proyecto artístico, hay algo ahí que te nutre y que te hace feliz en lo que es. Que podés llorar, reír y un montón de cosas y sensaciones que son únicas, más allá del dinero y más allá de todo lo otro que no tiene que ver con el sentir. El dinero es importante, lo dice mi yo de ahora, que puede vivir de la música y que ya entendió esa parte. Pero no hay nada más hermoso que ese momento, que juntarte con tus amigos, que tener todo por delante: empezar un proyecto, armar canciones, que una persona cante tu canción es un milagro único. Y todas esas cositas no hay que correrlas del eje nunca. Además, yo siento que en este mundo que es cada vez más superficial en muchos aspectos, hay una conexión que es muy poderosa cuando ves a un artista haciendo algo que lo siente de corazón, y eso te conecta. Entonces eso no hay que descuidarlo.