Inquietudes sobre el teatro patagónico y sus protagonistas nos llevaron a realizar diversas entrevistas a teatristas nor-patagónicxs de distintas localidades.
Este trabajo, elaborado en tiempos de pandemia, culminó en noviembre del 2020 dando pie a un evento bautizado como El Quiebre; donde diferentes hacedorxs teatrales pudieron dialogar y debatir acerca de las perspectivas sobre la identidad de teatro patagónico.
El objetivo del El Quiebre ha sido el de generar un espacio de encuentro, formación e intercambio para fortalecer las redes, la comunicación y el trabajo entre diversxs teatristas patagónicxs y sus espectadores. Éste evento ha brindado la oportunidad de iniciar un diálogo entre agentes culturales y así fortalecer vínculos capaces de favorecer la coherencia de sus prácticas locales.
La necesidad de conformar una red promotora de buenas prácticas y visiones en común para fortalecer la concepción del teatro patagónico, devino en algunas reflexiones, frutos de este encuentro, que compartiremos a continuación.
¿Por qué hacemos teatro? Vocación, pasión y trabajo.
A partir de la necesidad de conocer quiénes son lxs hacedorxs de teatro en la Patagonia, de saber cómo se desarrolla la labor teatral en el territorio y de investigar sobre ello mediante entrevistas, surgieron las siguientes premisas:
- Lo que define a lxs teatristas patagónicxs no se encuentra en su manera de proceder estéticamente, sino en las condiciones de producción que impone el territorio, ya que éste agente marca tanto límites como posibilidades de creación.
- Pese a la adversidad que significa hacer teatro en la Patagonia, la vocación le impide a lxs teatristas dejar de ejercer la labor teatral. Los desafíos que presenta ejercer el quehacer son, a su vez, el alimento del que constantemente se nutren lxs teatristas para continuar produciendo.
- El rol marginal que ocupa el teatro en la sociedad incita a lxs teatristas no solamente a la producción de material artístico, sino también a generar una necesidad dentro de la comunidad para que este arte tenga relevancia dentro de la cultura regional. Para generar dicha necesidad, cada hacedorx utiliza distintas estrategias involucrándose en ámbitos educativos, sociales, culturales, etc.
¿De qué hablamos cuando decimos territorio?
Al cuestionarnos la importancia del territorio en el quehacer teatral, pensándolo tanto como una herramienta de construcción estética como de construcción política, logramos construir las siguientes hipótesis a partir del diálogo establecido con diferentes teatristas de la zona.
- Tomando en consideración al cuerpo humano como el primer territorio que se habita, comprendemos que el espectro para definir la palabra “territorio” se diversifica tanto como la cantidad de individuos que habitan el mundo. Esta diversidad permite que lleguemos a diferentes puertos si cambiamos la perspectiva de análisis (por ejemplo histórica, política, geográfica, popular, etc.). Por lo tanto no existe un territorio, sino más bien múltiples, que se desarrollan en un mismo espacio.
- Las artes escénicas, cuya existencia se da a partir del acontecimiento presencial, son condicionadas inevitablemente por el territorio. De modo tal que el mismo, repercute en la labor de forma directa o indirecta. Consecuentemente, lxs hacedorxs teatrales generan diferentes estrategias para desarrollarse en su labor, que responden a la particularidad de cada teatrista.
- Así como el territorio modifica a lxs hacedorxs teatrales debido a las condiciones impuestas: lxs teatristas modifican su territorio cuando, a través de sus acciones, se convierten en agentes activxs del ecosistema.
Hacia un teatro red. ¿Cómo se construye y por qué es importante?
Ya sea por necesidad, por principios políticos o por inclinaciones estéticas, lxs teatristas nor-patagónicxs tienen un rasgo muy potente en todo lo que respecta a la construcción colectiva. Indefectiblemente, para lograr que el teatro sobreviva a las condiciones adversas que impone el territorio (la falta de espacios, el desinterés del público, la falta de planes de contingencia por parte del estado), lxs hacedorxs teatrales construyen redes de manera habitual.
Al reflexionar acerca de lo que sucede cuando se piensa el teatro en red, tomamos partido sobre las bases que consideramos que deben tenerse en cuenta para el desarrollo de una próspera comunidad teatrera.
- Estas redes, para luchar por un teatro que apueste a la federalización, deben pensar en conflictos que unan a todas las provincias de la región patagónica. De esta manera, es posible acotar la creación de pequeños monopolios en las grandes urbes y generar oportunidades para desarrollar el teatro en lugares donde la escasez de recursos impide el desarrollo de este arte.
- Si partimos de la errónea idea de que el teatro sólo está compuesto por lxs teatristas, las oportunidades para que los reclamos lleguen a un buen puerto se vuelven muy limitadas. Por consiguiente, las redes deben lograr un alcance popular, para que de esta manera las políticas culturales respondan a sus necesidades. Generar un diálogo con lxs ciudadanxs (sean espectadores o no), es crear un pacto para el mayor entendimiento de las problemáticas sociales y culturales del territorio.
Gestión y producción. ¿Cómo avanzamos en el objetivo de comunidad?
Dialogando con diversxs hacedorxs del teatro patagónico acerca de la importancia de gestionar y producir teatro para la comunidad, llegamos -a través de sus distintas perspectivas- a las siguientes conclusiones:
- Para gestionar una comunidad teatrera, se debe pensar formas de incluir en ésta no sólo a lxs hacedorxs, sino también al público/sociedad. Ellxs son la parte más importante e imprescindible de nuestra labor, ya que producimos para y junto a ellxs.
- Si bien lxs teatristas deben pensarse por fuera del estado y las instituciones para así garantizar una verdadera independencia, las políticas culturales de quienes cumplen funciones gubernamentales deben fomentar estrategias para que esto sea posible. Es importante que como hacedorxs seamos autogestivxs e independientes para poder crear, pero necesitamos un estado que nos acompañe y nos brinde las herramientas necesarias para producir y gestionar en situaciones de crisis.
- El teatro es una actividad que se desarrolla en comunidad; mientras la apertura a ésta sea mayor, es decir, que incluya a todxs lxs hacedorxs del teatro de distintas localidades, a lxs agentes culturales y al público, más fáciles de combatir serán las luchas de lxs teatristxs, ya que serán más exigidas las necesidades y por lo tanto, más escuchadas.
¿Cómo se lucha desde el teatro?
Después de todo lo declarado en los incisos anteriores, decir que el teatro patagónico es un teatro combativo y de resistencia, puede resultar una obviedad. Sin embargo, al buscar aunar criterios acerca de las diferentes perspectivas sobre la profesión y de lo que implica insertar el teatro dentro de las políticas culturales, hallamos en la lucha el rasgo identitario de lxs teatristas patagónicxs por excelencia.
Las circunstancias y el territorio hacen que la profesión sea aún más exigente de lo que es en un ámbito tradicional, ya sea por la situación individual de cada hacedorx o por la realidad impuesta en la región.
Sin embargo, existen otros factores, como las búsquedas estéticas o los principios políticos de lxs hacedorxs, que nos indican que la lucha es una necesidad para lxs que generan teatro. Hay un deber ser de lxs teatristxs que hace que busquen el conflicto y lo utilicen como motor de inspiración. Sin la lucha, la creación resulta imposible.
Por otra parte, no hay una única manera de luchar. Existen múltiples, y dependen de lo que resulte prioritario para cada teatrista, grupo o elenco. Entre estas luchas podríamos nombrar miles de casos diferentes. Como ejemplos podemos mencionar a quienes pelean por obtener un edificio propio; a quienes luchan en defensa de las causas feministas y/o LGBTIQ+, y atienden a las maneras de abordar estas temáticas dentro del teatro; a quienes buscan mayor apertura de la disciplina a lo popular, mediante el acercamiento del teatro a la comunidad y viceversa; entre otrxs.
A estas luchas, le sumamos la nuestra, la de reivindicarnos como artistas patagónicxs y la de empoderar nuestro suelo, su gente y la cultura de nuestro territorio.