Fabiana se conecta desde una terraza en pleno corazón de Madrid para que charlemos un ratito. El sol le pega en la cara y sus ojos me dicen que es muy consciente de lo valiosa que es esa Vitamina D en su cuerpo en pleno confinamiento por Covid-19. Es que Fabi tiene algo muy especial que tiene que ver con la capacidad de mirar eso que nadie mira. Quizás es simplemente amar los detalles, prestarle mucha atención a lo cotidiano, saber que somos un instante y nada más. Sí, cosas que todos sabemos pero, ¿las aplicamos?. Paremos un poquito la máquina pandémica que habitamos. Bajémosle un par de cambios y miremos con otros ojos al nuevo mundo.
Fabiana Vinagre
Artista trans(in)disciplinar
Nació en 1990 en São Paulo, Brasil, donde tuvo sus primeras experiencias con el dibujo y la danza.
Lo sensorial es la herramienta principal de su trabajo, desde el cual teje diversas formas de expresión, que se despliegan en producciones individuales y experimentaciones colectivas con grupos de diversidad perceptiva. Investiga las texturas y tesituras del cuerpo y del lenguaje, en su fisicidad y virtualidad, buscando crear en la fricción de los sistemas colonizadores del cuerpo y sus devenires.
Inició sus estudios en Diseño Gráfico y los hibridó a los estudios de Antropología y Artes Escénicas. Ha terminado recientemente el Máster en Artes y Profesiones Artísticas de el Círculo de Bellas Artes de Madrid, y participa como artista-investigadora en proyectos como ARCHES, en el Museo Thyssen-Bornemisza, que estudia la accesibilidad en museos de Europa con personas con diversidad neuronal/ cognitiva.
Este año ha recibido la Beca Pilar Juncosa por un proyecto de Educación Artística titulado Poéticas de la materia, que está en andamiento en la Fundación Miró Mallorca. Vive y trabaja entre Madrid y Mallorca
¿Quién es Fabiana?
Es una pregunta super difícil. Fabiana, en realidad, es el nombre que me dieron los otros en el mundo. Pero bueno, soy una persona que está en tránsito todo el tiempo. Saliendo de un lugar y yendo a otro. Soy una persona que ama los lugares naturales y cuando estoy en un lugar con mucho cemento, como ahora, me siento como un animal sin entender mucho. Pero la realidad es que me gusta el movimiento, entonces cambiar y estar en tránsito es muy importante para mí. Vengo de Brasil y aunque hace algunos años no regreso a mi país, todas mis raíces están identificadas con él y echo mucho de menos a mi familia y a mi lugar. Pero a la vez, me alimento con el viaje y los cambios. Soy todo eso.
¿Cómo viene este año raro para vos?
Este año tan particular me mudé a Mallorca (España), por un proyecto de Educación Artística en la Fundación Miró, en el que me seleccionaron. Los primeros meses del 2020 estuve ocupada ahí. Era un proyecto de creación plástica, a partir de la poesía y de ejercicios con el cuerpo, para personas con diversidad funcional y cognitiva y sus cuidadores. Fue una experiencia super linda porque todo el tiempo seguí aprendiendo cómo nos comunicamos entre nosotros, cómo es posible lograr una comunicación hermosa y afectiva entre personas que quizás no ven o no escuchan, o que no pueden moverse. De golpe nos encontrábamos todos juntos intercambiando sobre poesía y arte, y es maravilloso ver el efecto que tiene todo eso en las personas. Vi muchas cosas lindas ahí, muchos cambios en la gente y sobre todo en mí. Poder permitirnos ver esas cositas no racionales que nos están dando vueltas todo el tiempo y que a veces no vemos.
¿Qué pasó cuando apareció el Covid-19?
Se suspendió todo, como en todos lados. Fue muy triste, pero me quedé confinada en la isla, en una casa muy hermosa, con jardines y mucho espacio y ahí pude crear con todo lo que había. Me permití desconectarme del mundo y estuvo muy bien. Cuando levantaron el confinamiento, cerramos los talleres y me vine a Madrid.
Madrid siempre llama.
Sí, atrapa. Aunque la ciudad me ahoga un poco y necesito de la naturaleza, acá en Madrid están los amigos y varios proyectos.
Volvamos el tiempo atrás. ¿Cómo fue que empezaste a trabajar con grupos de diversidad perceptiva?
Fue en Brasil. Estaba estudiando Comunicación visual porque siempre me interesó mucho la imagen, pero durante ese proceso de estudio empecé a pensar en la -no imagen-. ¿Cómo es no ver y crear imágenes mentales?. En el lugar donde estudiaba había un grupo de fotógrafos formado por personas ciegas y me llamó muchísimo la atención. Quería saber cómo hacían fotografías y cómo era su proceso. Por otro lado, siempre estuve muy conectada con el movimiento y la danza, entonces llevé la inquietud a otras cuestiones sensoriales y vinculadas a la relación del cuerpo con el entorno. Al hablar con estos fotógrafos no dejaba de pensar en la relación que tengo yo, que puedo ver, con el entorno y con la palabra. Lo primero que me surgió pensar es cómo explicarle a alguien que jamás vio cómo es la luna y no quería caer en esa respuesta típica y banal de “es algo redondo que está en el cielo y se ve de noche, tiene manchitas y bla bla bla”. Teníamos que tener otro lenguaje, más artístico, más patético, más vivo para transmitir la sensación de la luna. Pensar en su brillo, en todas las canciones que hablan de ella, en ese magnetismo. Y este ejemplo con todas las cosas que nos rodean. Es posible explicar lo que somos de otras formas. En ese contexto, aparece también el tacto. Privarse de un sentido abre en realidad un espectro de muchas otras capacidades del cuerpo, así empecé a interiorizarme y a conocer personas con otras diversidades y aprendiendo de ellas algo totalmente distinto, que no veo nunca en mi cotidiano.
Eso explica el nivel de sensibilidad que tenés y que tiene tu obra.
Sí, en realidad yo no sé qué vino antes. No sé si empecé a trabajar con personas con diversidad porque sentía alguna inquietud y una seguridad de que existe un mundo maravilloso y sensible ahí, o si trabajar con ellos me ayudó a conectarme con otros tipos de comunicación y de escucha y eso sí o sí aflora una sensibilidad particular y una forma muy particular de percibir. Pero creo que ambas cosas van juntas: es la manera en que estoy en el mundo y lo que hago con el mundo.
Es que de golpe todo lo que vos veías con determinadas reglas, a partir de ese intercambio, cobra otro sentido. Me imagino que cuando analizas un cuadro con una persona ciega, todas las interpretaciones que tenías sobre la obra cambian y empezás a verla distinto. Se caen todas las teorías del arte y eso me parece maravilloso.
Sí, sin duda. Nosotros que hemos estudiado de memoria la teoría de por qué tal pintor hizo tal cosa o tal otra, cuando lo comentamos caemos en lo racional, y empezamos a hablar de cosas del cuadro que en realidad no están en el cuadro. En el cuadro hay otra cosa, está eso que Picasso transmitió en el momento que decidió pintar, pero que ahora mismo también nos está transmitiendo algo. Claro que es muy importante saber la historia y el contexto de una obra, pero eso no es todo. Hay que salir de ese nivel racional e ir más allá. Un cuadro también puede ser una poesía, una sensación, un sonido, una palabra, un movimiento. Cuando se entiende desde ese lado, es más fácil y accesible explicar una obra, porque si hay un amarillo fuerte como el fuego, hablas del calor del fuego, del sonido de un leño prendido, de cuando quema el fuego. Son imágenes mentales y sensoriales que aportan mucho a la obra también.
Hablemos de la palabra.
Yo entré mucho en la palabra porque es la unidad más básica que nos une a todos. Usamos la palabra para remitirnos a todas las sensaciones y experiencias. La palabra a veces pone un límite a lo que es una cosa, pero también me deja transmitir esa cosa, entonces como puedo jugar con ese límite que a su vez, también es un puente. La palabra es un puente, que nos conecta y nos da inicio. A partir de ahí yo busco materializar.
El inicio es la palabra y el desenlace puede ser cualquier expresión artística. Hablemos de la Fabiana que experimenta lo visual pero también lo performático y el movimiento.
Cuando incorporamos la palabra y lo que nos transmite, comienza la experiencia corporal, porque es en el cuerpo donde está todo lo que somos, están mis historias, mi subjetividad. La performance y la danza están muy presentes en mi obra porque son la mejor manera que encuentro de digerir las palabras y transformarlas en algo diferente y propio, pero que a la vez pueda comunicarle algo sutil y verdadero a los demás.
Y tu obra tiene referencias infinitas de tu intercambio con los demás y de tu trabajo para con el otro.
Sí, últimamente estoy pensando mucho en la influencia que tienen todas esas experiencias con diferentes personas en mi obra material y en ese trabajo que, de alguna manera, hago sola, en mi taller o en mi casa. Creo que los aprendizajes de esos espacios colectivos están presentes siempre, en todo lo que hago y en todo lo que pienso, en mi forma de estar en el mundo, así que si ó si se transmite en lo que materializo.
Y la resultante es una obra super coherente.
La coherencia es muy difícil. Me cuesta mucho no pensar en lo que está de moda en el arte, pero me doy cuenta enseguida que ahí no está lo que yo quiero. Pensar en lo que me mueve es lo más importante, porque sino nada va a ser bueno ni se va a mantener en el tiempo.
Lo que pasa es que las temáticas con las que trabajas son transversales, además de necesarias. Tenemos que parar un poquito y pensar.
Sí, es muy político también y lo político es muy necesario en todo lo que hago. Pero a veces esa idea de meterme en lo político del arte, me vuelve loca porque es una forma de volver a lo racional y si me meto cien por ciento ahí, no hago nada. No sería artista si me meto ahí por completo.
. Una película: El cielo sobre Berlin, de Wim Wenders
. Una canción: Obatalá, de Metá Metá
. Un libro: Baba de Caracol,de Chantal Maillard
. Un color: Azul
. Un olor: La hierba justo después de la lluvia
. Una sensación: Estremecimiento
. Una comida: Moqueca de peixe
. Un/a artista inspirador: Manoel de Barros
Las opiniones y comentarios desarrollados en esta publicación responden a la subjetividad de los autores que participan.