Hay dos clases de miserables que te tocan el timbre antes de las nueve: los vendedores y los cobradores. Solo se diferencian en que los cobradores no sonríen cuando les abrís. El que me tocó el timbre ayer era un vendedor. Tenía esa sonrisa amable que pide a gritos una trompada. Yo, en pijama, no tuve reflejos ni para cerrarle la puerta en la nariz. Entonces sacó una planilla, me miró, y dijo algo que no estaba en mis planes.
Categoría: Relatos
Cuarentena día 1
Una de la mañana me escribe mi psicólogo por privado de Instagram. No era tan raro salvo por la hora. Nos tenemos en redes, no sé si por alguna investigación profesional o solo porque le gustan mis fotos.
En un tazón de té celeste
La ballena no me miró, ni supo que yo estuve observándola tanto tiempo. Ella, disfrutando
del mar calmo y celeste de la mañana, giraba, asomaba su cabeza callosa, cortaba la superficie con las aletas, se sumergía, y yo siempre parado al borde del muelle.
El vidrio está roto a propósito
Tres disparos y silencio. Uno, dos, tres. Humo tímido y olor a pólvora en el ambiente. Tres sonidos sordos en la noche, elevaban el misterio de cierta figura en un contexto abstracto.
Bajemos
Es difícil que las cosas salgan bien. Disculpe si me pongo reiterativa, pero es algo que me preocupa mucho: la dificultad para que las cosas salgan bien.
Las siestas de Giménez
El viejo Giménez tenía un trastorno del sueño bastante particular. Muchas veces se despertaba de dormir la siesta totalmente desorientado, como sintiendo que era otra persona hasta que se daba cuenta que efectivamente lo era.
Un beso unos años después
Era sábado por la noche y estaba acostada, a punto de agarrar mi libro de cabecera antes de conciliar el sueño. Vibra mi teléfono. Había ingresado un mensaje por instagram, en la bandeja de privados.
Salida y lustre
Sobre la cama, dos prendas extensamente planchadas.
Crónica de otra noche de desvelo
No soy de mirar tanto el techo de mi cuarto. No me gusta mucho estar boca arriba. Creo que el rincón que más conozco es el que aparece cuando giro hacia la izquierda. Me pregunto qué hora será -como si eso cambiara en algo mi realidad desvelada-. ¿Cuándo dejamos de usar relojes en la mesa de luz? El problema es que, para saber cuán tarde es -¿tarde para qué, no?-, tengo que agarrar el celular. Y, con ello, abro una Caja de Pandora que preferiría enterrar hasta que salga el sol.
Me doy vuelta para el otro lado…
El Carpacóptero
Hace algunos años el inventor y electricista Henry Jesús Navarrete Pruost desarrolló un proyecto revolucionario que no llegó a producirse en serie solo por esos caprichos del destino.